Aprender: El niño del periodo de cero a seis años – para madres

El niño del periodo de cero a seis años

La especificidad de la infancia como etapa de la vida del ser humano ha puesto de manifiesto la necesidad de estudiarla. Así, se ha establecido al niño en su primera infancia como un persona con una serie de capacidades encaminadas al desarrollo y, por lo tanto, con un altísimo valor desde el punto de vista de la psicopedagogía. Si bien es esencial entender este desarrollo como un proceso constructivo en el que el papel del niño es activo no se puede olvidar que la estimulación física y social de adultos e iguales va a promover este desarrollo.

El bebé nace dotado de reflejos innatos que le ayudan a sobrevivir. Con el paso del tiempo los movimientos se convertirán en conscientes.

El bebé nace dotado de reflejos innatos que le ayudan a sobrevivir. Con el paso del tiempo los movimientos se convertirán en conscientes.

Al nacer, la cría humana se encuentra más desvalida y menos desarrollada que en el resto de los mamíferos. La herencia y el calendario evolutivo de nuestra especie es el punto de partida que posibilita el desarrollo humano. Así, el bebé nace dotado de reflejos innatos que el tiempo y sobre todo la estimulación e interacciones con los demás va a convertir poco a poco en movimientos voluntarios. Muchas serán las capacidades que se desarrollarán a lo largo de estos primeros años y algunas serán esenciales como el lenguaje y la capacidad de simbolización. Éstas comenzarán a aparecer cuando el niño vive exclusivamente en familia y continuarán afianzándose o ampliándose a lo largo de la primera escolaridad del niño.

Por ello la estimulación que puedan dar los padres, los iguales y los educadores en estas edades va a mediatizar el correcto asentamiento de las capacidades. Numerosos estudios demuestran que las experiencias de los primeros cinco años de vida son las que marcan el desarrollo cognitivo e intelectual a lo largo de la vida.

A partir de ello psicólogos y educadores han caracterizado al niño como persona que constituye una unidad integrada en todas sus facetas. Pero más allá de ello se le considera como un ser único y diferente de los demás, que a lo largo de su infancia va a estar en desarrollo continuo, con capacidad para intervenir en su entorno físico y social y por lo tanto para construir. Su dimensión sexual también es contemplada.

En lo que respecta a los dos ciclos de Educación Infantil las características principales del alumnado son:

  • Primer ciclo. El niño comienza a adquirir una importante autonomía motora sobre todo al finalizar el ciclo. Domina las reglas de comunicación verbal pues ha desarrollado su capacidad simbólica. El lenguaje permite que las relaciones con los demás niños y adultos se amplíen sustancialmente. Los hábitos adquiridos en casa y en el centro se van afianzando.
  • Segundo ciclo. El niño ya es sumamente autónomo y se adapta sin problema al grupo. El lenguaje se ha consolidado y gracias a él puede regular su conducta y descentrarse de lo inmediato. Las relaciones con los demás han posibilitado que la imagen que tiene de sí mismo y la autoestima se desarrollen. Por ello despegue del niño suele producirse ya en torno a los tres años de edad, con el frecuente ingreso en este ciclo. Así, se producen avances en la mayor parte de aspectos mentales del niño (lenguaje sobre todo, pero también expresión, autonomía general, psicomotricidad, imagen corporal, aptitudes relacionales…) que comenzarán a afianzarse con el trato igualitario con los compañeros de clase y una intervención pedagógica adecuada. Por lo tanto, la función principal del centro de Educación Infantil será la de estimular este desarrollo del niño en todas sus potencialidades, tanto las capacidades, como la moral autónoma y los hábitos.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Educación_Infantil_en_España

Publicaciones relacionadas